
— ¿Ya estás aquí? —dijo a Švejk—. Así pues, te han traído. ¿No tendrás cerillas?
— No señor.
— ¿Y por qué no? Un soldado debe tener cerillas para poder encenderse un cigarrillo. Un soldado sin cerillas es... ¿Qué es?
— Es un soldado sin cerillas —contestó Švejk.
— Muy bien, es un soldado sin cerillas y no puede dar lumbre a nadie. Bien, esto por una parte. Y ahora la otra. ¿Te huelen los pies Švejk?
— A sus órdenes, no.
— Bien, entonces, esto era la segunda cosa. Y ahora la tercera. ¿Te gustan los licores?
— No, señor, los licores no me gustan, sólo bebo ron.
— Entendido. Mira a este soldado. El teniente Feldhuber me lo ha dejado por hoy, es su asistente. No bebe nada de nada, es a-abs-abs-temio y por lo tanto le enviaremos directamente al frente. P... porque una persona así no me sirve. No es un abstemio, es una vaca. Una bestia que bebe sólo agua y muge como un buey.»
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